El cuerpo cosificado - el cuerpo relacional
Reflexiones críticas ¿De qué cuerpo estamos hablando?
Berta Vishnivetz
Al hacer una revisión histórica sobre el cuerpo aparece un tema recurrente, el de la desconexión cuerpo/alma o cuerpo/psique, cuando en realidad son dos entidades que nunca han existido separadas.
La dualidad cuerpo/alma se originó hace más de 24 siglos. Vislumbrada por Platón, mantenida por Aristóteles y agudizada durante la Edad media bajo el poder y la represión acérrima del cristianismo en Europa (Bertrand Russel, 1993; Vigarelo et al., 205). Esta escisión cristalizó en la concepción Cartesiana “ego-cogito” inmaterial, cognitivo, separado de la “res extensa”, de la materia. En esta visión el cuerpo fue considerado como máquina.
El cuerpo mirado y tratado como objeto está desconectado de la mente, de la naturaleza, del mundo histórico y del contexto. Esta mirada no sólo desconecta el cuerpo de la mente, sino que también a ese cuerpo de otros cuerpos y a una mente de otras mentes
La visión de Descartes, desde el siglo XVII, acentúa la grieta entre cuerpo y alma corroborada por su expresión directa: “Este yo, que es el alma por la cual yo soy quien yo soy, es totalmente diferente del cuerpo, y nunca dejará de ser lo que fuere.” (Leder, 2016).
La dualidad cartesiana se incorporó en los diferentes estratos de la sociedad occidental europea en los siglos siguientes. Dualidad muy conveniente para el capitalismo por su visión cosificadora del trabajador y también muy conveniente para el positivismo científico que veía y ve al sujeto como objeto de estudio y experimentación. A pesar de los intentos para superar la dualidad, ésta persiste en todos los estratos sociales y profesionales, así como en libros de textos, de anatomía, de medicina y de psicología tanto como en el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades. También en la actitud social generalizada de valorar más y, por lo tanto, recibir mejor salario, a la actividad intelectual que a la actividad manual o corporal como la de un agricultor, albañil, carpintero o mecánico.
Galeano (2015) hace una presentación histórica de las diversas miradas del cuerpo cosificado. Nos desafía al señalar:
“La iglesia dice: el cuerpo es un pecado.
La ciencia dice: el cuerpo es una máquina.
La propaganda/ media dice: el cuerpo es una mercadería.
El cuerpo dice: Yo soy una fiesta.”
La cita de Galeano sintetiza la visión del cuerpo en la historia de occidente, en las diferentes instituciones y sistemas de poder. Cabe aclarar que los llamados sistemas comunistas también han deshumanizado el cuerpo, cosificándolo.
¿Es posible superar la dualidad cuerpo/ mente en la interacción con el entorno y en el trabajo? ¿Es posible superar la división, en el inconsciente colectivo y en el campo científico, de un cuerpo máquina, un cuerpo mercancía, un cuerpo objeto, un cuerpo descontextualizado?
El cuerpo cosificado en el capitalismo
El cuerpo mirado y tratado como objeto está desconectado de la mente, de la naturaleza, del mundo histórico y del contexto. Esta mirada no sólo desconecta el cuerpo de la mente, sino que también a ese cuerpo de otros cuerpos y a una mente de otras mentes (sólo válido para occidente).
El cuerpo cosificado presenta ciertas características reguladas por la organización, el capital, la autoridad o la empresa que lo utiliza o explota. Una cita de Marx condensa esas características: “Una mercancía, es en primer lugar, un objeto fuera de nosotros” (Leder, 2016).
A lo largo de la historia la deshumanización nos lleva del cuerpo cosa al cuerpo máquina, del cuerpo mercancía al cuerpo consumidor.
El cuerpo máquina es “fragmentado” en otras “denominaciones” por el positivismo reduccionista de los científicos. Por ejemplo, en la medicina y la psicología, el cuerpo es considerado desde las deficiencias y, de este modo, el enfermo/paciente se convierte en objeto de experimentación. A su vez, el cuerpo de un trabajador es negociado entre sindicatos y capitalistas, a sabiendas de que los beneficios que el capital concede son con miras a una mayor producción y efectividad.
¿En qué medida la perspectiva fenomenológica/existencial, marxista, de filósofos, sociólogos y antropólogos, que intenta demostrar la unidad del cuerpo, ha logrado modificar la actitud y el trato hacia el cuerpo cosificado, en cada uno de nosotros, lectores, profesionales?
Así, el cuerpo es considerado como productor-máquina y también como mercancía. Sea que se venda el trabajo físico, sus imágenes, sus habilidades corporales, sus capacidades intelectuales o sus partes (órganos). La capacidad de comercializarlo depende de que se lo ve y trata como una cosa desmontable/separada del yo/ser esencial, algo alejado de la sensibilidad, de las intenciones, los deseos, las necesidades y, sobre todo, del sufrimiento y frustración que produce la explotación.
La alienación que genera vincularse desde el cuerpo/cosa, cuerpo/máquina, cuerpo/mercancía, tiene serias consecuencias en la salud, en la vida de relación y en la vida laboral.
El cuerpo consumidor
En la modernidad, el cuerpo consumidor es el cuerpo como productor y mercancía. Juega un papel crucial dentro del capitalismo. Como consumidor y lugar de origen de necesidades y deseos que provocan la avidez de adquirir, es manipulado para consumir lo que produce y más aún. Nosotros no sólo tenemos necesidades físicas para satisfacer para la supervivencia, como ropa, alimentos, viviendas. Tenemos también antojos virtuales, resultado de la publicidad que continuamente nos manipula para comprar más. Una serie de necesidades, como la de relacionarse con otros, de interactuar en un determinado contexto, de pertenecer, no son mencionadas ni consideradas. El cuerpo cosificado, mercancía/consumidor, al estar alienado de sí y de su sensibilidad es explotado por otros. Esta perspectiva deshumanizante niega la sensibilidad, la pertenencia, la relación con su contexto, su historia y sus afectos.
Hay una diferencia entre consumir para satisfacer las necesidades de sobrevivencia y el consumo resultado de la manipulación de los mecanismos de poder y la media que incita a adquirir cosas que, básicamente, no son necesarias.
Cuerpo relacional
Parto del enfoque existencial/fenomenológico que propone que el modo de ser y estar en el mundo es corporal. Merleau Ponty (1993), Gabriel Marcel, entre otros, ponen el acento en la experiencia subjetiva del cuerpo. M. Ponty (Vishnivetz, 2017) hace énfasis en un cuerpo viviente, pre reflexivo, sensible e intencional. Agrega que el cuerpo viviente es parte fundamental de la subjetividad humana para estar en el mundo de forma activa, dinámica, cambiante, creando significados a través de las acciones intencionales.
Se pregunta: ¿cómo las experiencias se originan a través de los encuentros del cuerpo (relaciones sociales)? Luego, al reflexionar (¿sintiendo?) sobre dichos encuentros da significación a los hechos, transformándose y, al actuar, modifica el contexto.
¿En qué medida la perspectiva fenomenológica/existencial, marxista, de filósofos, sociólogos y antropólogos, que intenta demostrar la unidad del cuerpo, ha logrado modificar la actitud y el trato hacia el cuerpo cosificado, en cada uno de nosotros, lectores, profesionales?
Discusión
Al constatar la arraigada visión del cuerpo cosificado, con las variedades que he señalado en párrafos anteriores, en algunas sociedades pareciera ser el modo habitual de vivir y estar en el mundo. Lamento reconocer que esta visión del cuerpo fragmentado y cosificado se mantiene en el “inconsciente colectivo” de la sociedad occidental actual a pesar de los intentos de filósofos y profesionales para superar la dualidad. Ésta persiste en todos los ámbitos.
Esta “realidad” que predomina en el día a día, pone en duda la validez de la afirmación de H. Rosa (2020), quien sostiene que la historia de la modernidad en occidente se define por la preocupación, a veces articulada políticamente, de estar perdiendo lentamente el sentido de corporeidad de nuestra existencia (p.37). Le pregunto a H. Rosa y me pregunto: ¿alguna vez existió el sentido de la corporeidad, sensible, intencional, (subjetiva) en el curso de la historia occidental?
Tal vez el cuerpo relacional humanizado, sensible, pertenezca a un ideal. A una utopía donde ese cuerpo, en un contexto con afectos y sentido de pertenencia, interactúa contribuyendo a construir su historia con la comunidad. Ese cuerpo todavía no existe en el día a día. Se pueden leer descripciones del mismo en los textos de ciertos filósofos: M. Ponty, G. Marcel, y H. Rosa.
Puede ser que esta “revelación/testimonio” de que un cuerpo sensible relacional, dinámico sea un ideal lleve a los profesionales a reflexionar y plantearse cómo humanizar-se/nos, cuestionándose a sí mismos y explorando nuevas posibilidades.
Al discutir cómo se generó la alienación del cuerpo confirmo cómo los contextos histórico-culturales han creado y mantenido la deshumanización, la cosificación. Es decir, la desconexión del sí mismo por una visión del mundo capitalista/ reduccionista cartesiana.
¿Qué pasaría si imagináramos una alternativa que enfatizara nuestra profunda interconexión? Sugiero que este modelo, de hecho, sea respaldado por evidencia clínica, fenomenológica y científica.
También sugiero que cada profesional que tenga acceso a este texto realice un “trabajo” de auto cuestionamiento y se pregunte: ¿en qué medida me doy tiempo de sentirme, en qué medida me permito desde el sentirme, reflexionar sobre como vivo y actúo? ¿Qué transmito a mis alumnos, estudiantes y pacientes para que desarrollen la capacidad de sentirse, mantenerse y actuar desde la intercomunicación cuerpo/alma, cuerpo/psique?
Actividad
El cuerpo, como algunos lo conciben, es enteramente sensible, receptivo y reacciona al uso que hagamos del mismo. El empleo que hagamos de él, independientemente de lo que la mente capte o deje de lado, provocará una reverberación en sí y en el entorno. Tal vez podamos desarrollar los órganos sutiles de la percepción y la compasión, así como también sus órganos físicos asociados.
Práctica
Desarrollar la capacidad de discernimiento abriendo el corazón y la mente una y otra vez. Conectar la mente con los sentidos. Mirar lo que se halla frente a ti y lo que te rodea, realmente mirarlo. A la par, realmente mirarse hacia adentro. ¿Qué ves? Mejor dicho: ¿Qué sentís? ?
Bibliografía
Corbin, A.; Courtine, J. J.; Vigarello, G.: Histoire du Corps vol 1 (La historia del cuerpo vol.1), Èditions du Seuil, Paris, 2005.
Galeano, E., Espejos, Siglo Veintiuno, Buenos Aires, 2015.
Leder, D., The Distressed Body (El cuerpo en estado de estrés), University of Chicago press, 2016.
Russel, B., History of Western Philosophy (Historia de la filosofía occidental), Routledge London, 1993.
Vishnivetz, B., “El cuerpo en movimiento, vivir/existir”, Revista Topía, Diciembre 2017.